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Aclaraciones estadístico-electorales

Escribo esta pequeña aclaración a fin de prevenirlos contra la brama de insensateces. El día de ayer, inexplicablemente, aún corrían ciertos dejos de esperanza entre los votantes de Andrés Manuel López Obrador, en razón de las escasas diferencias señaladas por el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) entre los dos candidatos punteros. Muchos, ilusionados, vieron cómo la brecha se acortaba desde un nueve por ciento inicial hasta un dos o tres por ciento, a eso de las dos de la mañana, con poco más del cuarentaicinco por ciento de las actas computadas; por lo que lo afirmado en el mensaje del presidente del IFE en tanto a una diferencia de poco más de siete por ciento, les resultaba inexplicable. Algunos de ustedes manifestaron su descontento por el anuncio del triunfador con sólo un diez por ciento de las actas computadas en el PREP.

Entre las once de la noche del domingo y las dos de la mañana del lunes, algunas personas me escribieron señalando esta situación y, en ese momento, vaticiné lo que ocurriría: en determinado momento, los votos para López Obrador se estancarían y la ventaja de Enrique Peña Nieto se acrecentaría hasta llegar a una diferencia de entre seis y ocho por ciento. Esto, por supuesto, no es cosa de magia ni indicador de fraude alguno; por lo que me sorprendió encontrarme el día de hoy con señalamientos noticiosos en tanto al abrupto, inesperado y posiblemente fraudulento crecimiento de la ventaja del PRI durante la madrugada.

La explicación de lo ocurrido es muy sencilla: se trata de dos cómputos distintos. El presidente del IFE hizo la aclaración pero, al tratarse de elementos “técnicos”, es probable que no lo hayan comprendido; y resulta importante comprenderlo, en particular, porque leo descontento sobre el asunto y leo a algunos Medios abusando del desconocimiento de la gente para descalificar al IFE por esta situación en particular.

El PREP es un censo electoral; ahí se registran los resultados de todas las actas de todas las casillas electorales: es una medición del total de los resultados de la elección. Se le llama preliminar porque aún después de computadas las actas hay que hacer una revisión de las mismas; vienen las impugnaciones y el proceso legal. Es esperable que existan errores y tergiversaciones en el vaciado de los datos y, precisamente por eso, se hace un cotejo de las actas físicas y el conteo electrónico.

Durante el año 2006, ese cotejo devino en una reducción de la distancia entre Felipe Calderón y López Obrador: mientras que el PREP daba una diferencia de 1.5%, el cotejo con actas físicas y las impugnaciones legales disminuyeron la brecha a 0.5%. Dicha merma resultó en la exigencia de un recuento y el consabido conflicto poselectoral, con los resultados que todos conocemos.

Ahora bien, cuando ustedes entran a la página del PREP lo que observan es el proceso de recolección de datos del total de las casillas; y dicha recolección no ocurre de manera simultánea en todas las casillas; primero, porque cada casilla tiene situaciones particulares: mientras más votantes tenga una casilla más tardan en contarse los votos; luego hay extensas discusiones sobre los votos que deben ser anulados o no; y algunas casillas, las menos, tienen conflictos mucho más graves: robos de urnas, asaltos y secuestros, y demás irregularidades y delitos propios de los usos y costumbres electorales priistas (y los rotulo de esta forma en atención a la historia); segundo, y mucho más significativo, en razón de las distancias: para ser computadas, las urnas y actas deben ser llevadas hasta los lugares donde son capturadas que, en muchas regiones, suelen ser las cabeceras municipales. A los citadinos esto nos pasa desapercibido porque no tenemos idea –y a muchos les resultaría inconcebible– en tanto a cómo vive la mayoría de la población en el país. Hay muchas comunidades alejadas de la civilización –en todos sentidos– y conducir las actas desde ahí hasta la cabecera municipal requiere de varias horas de viaje. Las primeras actas que se cuentan son las actas de las zonas urbanas cercanas a los centros de captura y las últimas actas que se cuentan son las de las comunidades rurales alejadas de las ciudades. Ese es el cómputo que están siguiendo desde internet: varía en función de las condiciones socioeconómicas de la población y los votos que obtiene cada candidato varían de manera independiente; por lo que resulta perfectamente probable –y lógico– que los resultados y tendencias electorales sean abismalmente disímiles de los obtenidos en las urbes ¡Tan desiguales como las diferencias socioeconómicas!

Sigo... el resultado al que el presidente del IFE se refiere en su mensaje a la nación, la noche del domingo, no se basa en lo que ustedes están viendo en internet: fue una medición alterna. Es una medición realizada a partir de una muestra de siete mil casillas. Se trata, además, de una muestra representativa del total de las casillas electorales, que no fue definida por el IFE sino por científicos de la UNAM.

Dados el tamaño y el método de selección de la muestra, los resultados obtenidos en dicha medición tienen un margen de error de (+/-) 1%, es decir, que, si con base en dicha medición, el IFE da un ganador por una ventaja de siete por ciento: los resultados del cómputo del total de la elección resultarán en el triunfo de dicho ganador con una ventaja de entre seis y ocho por ciento.

Ahora bien, no importa lo que ustedes estén viendo en la página del PREP; y actualizar la página cada cinco minutos no sirve más que para generarles esperanzas y frustraciones: los datos finales se irán ajustando a lo que la medición realizada con base en una muestra representativa ya indicó, con el margen de error arriba citado. Cualquiera que diga lo contario está abusando de la ignorancia de la gente en materia estadística.

Esta suerte de abusos se detectan fácilmente porque recurren a argumentos de autoridad. Esto significa que la fuerza del argumento recae en elementos ajenos al argumento mismo; así, en vez de explicar los datos por los datos mismos o el sistema de medición se apela a la autoridad o experiencia de quien lo sustenta o al desprestigio de quien sostiene el argumento contrario.

¡No se dejen engañar!, si alguien dice que un argumento o resultado es falso, no por los resultados-en-sí sino porque los está diciendo el IFE, Salinas o el chupacabras; o afirma que lo que está diciendo es cierto porque es director de un instituto de Física subatómica: en realidad no está diciendo nada; está apelando a su cargo o prestigio para darle peso a su argumento; y cuando esto ocurre es, las más de las veces, porque el argumento es falso.

La razón por la que los votos por López Obrador se estancaron y los votos de Peña Nieto crecieron durante la madrugada es, sencillamente, que el grueso de los votantes del PRI son las personas más ignorantes, menos educadas, fáciles de manipular y capaces de vender su voto por una promesa de apoyo o una despensa: los más pobres. Y son precisamente estas personas las que habitan en las zonas más alejadas y cuyos votos se cuentan al final.

El Estado de México es una inmensa fábrica de pobres y mentecatos, sobre todo en la periferia; es, además, la entidad federativa más poblada y con mayor número de votantes. Es el voto de estas regiones el que acrecentó la ventaja del PRI y al que Obrador no supo llegarle, suponiendo, absurdamente, que la gente que no tiene ni para comer podría valorar más un ideal democrático que unas láminas para techar sus “casas” o una despensa para sobrevivir otra semana; o que entiende palabras como oligarquía, plutocracia, mafia o potentado.

Termino... lucrar con la miseria, ignorancia y estupidez de esta gente podrá ser una vileza y un abuso; podrá ser una estrategia político-electoral moralmente reprobable que, además, es autosustentable pues los encargados de paliar esta situación son quienes se benefician con ella, pero no es un fraude.

Hay que ser cuidadosos con las palabras que empleamos y la manera como analizamos y nos explicamos los fenómenos porque un mal diagnóstico lleva a tratamientos erróneos.

Los resultados electorales son reales. El PRI ganó estas elecciones con una ventaja de más de tres millones de votos y el resultado final del conteo no es fraudulento –no incluyo en ello, aclaro, la inacción del IFE y los incontables delitos electorales a lo largo de la campaña–. Su triunfo deviene de la explotación de la ignorancia y la miseria de la mayoría de los mexicanos y no de la alteración de los conteos de votos. Desgastarse buscando errores en dichas cuentas no tiene sentido, ¡son más de tres millones de votos de diferencia!

Acusar y evidenciar las prácticas electorales del PRI tampoco resultará en nada; ya lo hizo Obrador y sin el más mínimo resultado. Todo el mundo sabe que es así y a nadie le importa un ápice. La indignación no tiene alcances prácticos. Y puesto que es más que evidente que dichas prácticas son beneficiosas para el partido: no van a dejar de hacerlo jamás, a menos, claro, que deje de resultarles lucrativo. Luego, hacia allá deben apuntar las acciones de la sociedad inconforme: si el PRI abusa de la ignorancia de la gente hay que contribuir a informarla y educarla; si abusa de su miseria hay que trabajar para reducirla. Acciones distintas ya han demostrado su ineficacia.

Julio - 02 - 2012

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